En 2018, el ascenso de MORENA al poder público en México, con AMLO al frente, fue a su vez efecto y causa de ese momento especial que vivía América Latina.
Hace tres años, 12 de los 19 países de la América Latina continental eran gobernados por partidos o movimientos de izquierda, incluidas las tres economías más grandes del área: Argentina, Brasil y México.
Se habló entonces de la “gran marea rosa” en América Latina (para diferenciarla del rojo comunista y para subrayar su orientación socialdemócrata), lo que alertó a los movimientos latinoamericanos de derecha a reagruparse y relanzarse desde países fuera de esa órbita, especialmente desde España y EE. UU.
En 2018, el ascenso de MORENA al poder público en México, con AMLO al frente, fue a su vez efecto y causa de ese momento especial que vivía la América latina, marcada por el hastío y el malestar que las políticas económicas neoliberales habían dejado en el continente, especialmente por su estela de pobreza, violencia y corrupción.
Desde hace dos años, el péndulo latinoamericano (que suele moverse en ciclos de 10 y 15 años, desde hace medio siglo) ha empezado a moverse hacia el lado contrario. El triunfo en Chile de José Antonio Kast, al frente de una coalición de la derecha extrema (que pugna por mano dura en seguridad, rechazo a la migración y políticas económicas de suma apertura), se aúna a las victorias de movimientos similares en Argentina, Bolivia, Ecuador, Honduras, Paraguay y Perú, así como al ascenso reciente de la derecha en Colombia y al asedio civil y militar en Venezuela.
Si bien cada caso tiene su propia dinámica y explicación, es importante tener presentes los factores más visibles que pueden explicar esta salida de los gobiernos de izquierda en América Latina. En Argentina, la falta de resultados en materia económica (inflación, desempleo y manejo de la deuda pública) fue el factor detonante, junto con la dirección mediática de los casos de corrupción en el kirchnerismo. En Bolivia, la división y fractura del movimiento encabezado por Evo Morales, el MAS, que no logró un acuerdo para llevar un candidato único, se tradujo en la salida de todos.
En Ecuador, la inseguridad provocada por los grupos criminales locales y el fraude electoral ejercido por el gobierno actual de derecha fueron factores que sacaron a la izquierda del juego, mientras que, en Paraguay, como en el caso de Bolivia, la incapacidad de las izquierdas para acordar una coalición los llevó fuera del gobierno.
En Perú, por otra parte, el llamado “golpe de Estado blando”, caracterizado por el control que la derecha tiene sobre los poderes Legislativo y Judicial, fue el factor determinante. En tanto, en Honduras y Venezuela, la injerencia desde el exterior de sus respectivas derechas son los elementos que explican la salida o debilitamiento de los gobiernos en curso. En Chile, el caso más reciente, la inseguridad y la falta de crecimiento económico parecen haber sido las causas detonantes.
En México, todos estos factores enlistados los está moviendo la derecha local e internacional, aunada a una oleada de embates mediáticos en redes sociales, pero que han podido sortearse gracias a que se está trabajando para evitar cada uno de estos riesgos y amenazas: desde la división interna hasta el acecho político de la derecha internacional, pasando por el reforzamiento de los asideros sociales y territoriales del gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum.
X: @RicardoMonrealA


