LXV LEGISLATURA

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Cumplimos

Intervención en tribuna de la diputada Tatiana Clouthier Carrillo, vicecoordinadora del Grupo Parlamentario de Morena, al expresar la posición de la fracción a favor del dictamen que reforma el artículo 41 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos en materia de reducción de financiamiento público otorgado a los partidos políticos.

12 diciembre, 2019 - Prensa

DIPUTADA TATIANA CLOUTHIER CARRILLO (TCC). Con su venia, señora presidenta.

Antes de iniciar con el texto, simplemente voy a hacer algunas aclaraciones para las personas que me antecedieron. Le digo al PRI que no buscamos morenizar al país, soy creyente y promotora de las libertades y la democracia, ni siquiera en campaña pedí el voto parejo.

Sabemos que es bandera de todos, decía uno de los diputados que me antecedió en el tema de bajar el dinero a los partidos políticos, la palabra es una cosa, el compromiso a través del voto es otra.

El 7 de marzo, le recuerdo a quien dice que llevamos prisa, se propuso esta iniciativa, hace nueve meses, inclusive un bebé podría haber nacido en este tiempo.

Los listados de beneficiarios son públicos ya y están disponibles para todos; jamás se había hecho esto y uno de los apoyos estos es universarl, cualquier persona de edad mayor, 65 o 68 años en su caso, recibe estos beneficios, no es una cuestión política.

El apoyo privado parecería que decimos que si el apoyo fuese mayor en términos privados, tendríamos una influencia de otras fuerzas oscuras en el Congreso, como que eso no sucediera, se le olvida al PAN que tuvo una “chapodiputada”.

El contrapeso es necesario y puedo decir con todas las letras que he tenido la libertad de votar como he querido en el Grupo Parlamentario de Morena sin ninguna consecuencia, libertad que no cualquiera se toma de mis compañeros de cualquier fracción parlamentaria.

Ahora sí, inicio el posicionamiento. Hoy puede ser un día histórico para nuestra democracia, una demanda añeja de la ciudadanía se podrá materializar en esta oportunidad real de terminar con el dispendio de los partidos políticos.

Esta demanda no es nueva ni tampoco surge de una cuestión espontánea ni de algo por una gran ocurrencia. Desde hace muchos años, los ciudadanos a través de grupos y de colectivos estuvimos exigiendo una mejor democracia y reclamamos que la política dejara de ser sinónimo de enriquecimiento de unos cuantos.

Hace más de seis años, el colectivo Reforma Política Ya, acampamos afuera del Senado de la República para exigir la mejora de la democracia y entre ellas, una de estas era bajar el recurso a los partidos políticos.

El día de hoy tenemos la gran oportunidad de cumplir esta demanda de disminuir el recurso a los partidos políticos. Esto es solamente en el tema federal, no en los estados, porque es totalmente falso entonces que están diciendo que los partidos desaparecerían.

Nadie niega que estos recursos son necesarios para el mantenimiento de una democracia pero somos el país que más cuesta el voto por individuo; tampoco negamos que los partidos son indispensables para mantener la sana competencia, sin embargo la democracia mexicana es el resultado de un largo proceso de reformas políticas que ya muchos han explicado aquí y que comenzó de alguna manera en 1977 con la apertura del Congreso a la oposición.

De esta manera, paulatinamente se fue abriendo la democracia competitiva partidista, así fue como durante los años de los 90 se fundó el sistema de partidos, uno de los paradigmas de aquella década era que para tener una verdadera democracia bastaba con tener un sistema de partidos competitivo.

Por esta razón, justificadamente el acceso a los recursos públicos y la existencia de un piso parejo se volvió una prioridad.

En ese entonces se entendió la relevancia del dinero para sostener una débil oposición mientras transitábamos de un sistema de partido hegemónico, para que lo olvide el PRI, a una competencia real.

Bajo esta lógica, las reformas electorales continuaron, pero con el propósito de fortalecer, ya no el poder de la ciudadanía, sino la burocracia partidista. Resulta que terminamos manteniendo más burocracias partidistas que poder realmente llegar a la ciudadanía.

Las reformas políticas de la década pasada, sólo sirvieron para enriquecer las burocracias partidistas, repito. El presupuesto destinado a los partidos ha aumentado de manera sostenida desde el 2003, es decir, llevamos 16 años de incrementar año con años los recursos a los partidos políticos, independientemente de la realidad que tenemos en el país.

Pero aun, los privilegios a los partidos ha aumentado después de las polémicas elecciones de 2006, pues en la reforma del año siguiente se les otorgaron los espacios oficiales anulando la necesidad de contar con recursos para estos fines.

En 2007, el PRI, el PAN y el PRD, acordaron que, dado este nuevo privilegio, se disminuiría el dinero destinado a las instituciones partidistas, sin embargo esto no sucedió y el acuerdo fue obviado y ahora resulta que tenemos prisa.

De aquel año a la fecha, los recursos a las actividades ordinarias han aumentado en términos reales cerca del 57 por ciento, es decir, alrededor de 2 mil 100 millones de pesos, repito, 2 mil 100 millones de pesos que podrían ser destinados a la salud, a la educación o a la infraestructura.

Las consecuencias de esta lógica son palpables hoy en día con la alineación de los ciudadanos a la política; mientras el dinero alimentaba las dirigencias partidistas, aumentó el descontento de la sociedad.

Antes de las elecciones del año pasado, tan solo el 6 por ciento de los mexicanos estaba satisfecho en cómo funcionaba la democracia mexicana. Hoy, los partidos políticos son las instituciones con mayor rechazo social por parte de la población, es decir, que todos esos millones de pesos que hemos gastado no han servido para que la sociedad nos vea mejor, requerimos que esto se traduzca realmente en la vinculación con el ciudadano.

Compañeros y compañeras diputados, lo que ha debilitado a los partidos políticos no es la falta de recursos económicos, ni será si se les disminuye o no el gasto en el tema ordinario.

Lo que nos ha deslegitimado es la desconexión con la realidad de miles de mexicanos, por esta razón, los mexicanos el año pasado decidieron retirarles el apoyo y le dieron el apoyo a una nueva opción electoral.

Al propuesta que hoy presentamos es simple, reducir el multiplicador para determinar el financiamiento público para actividades ordinarias establecido en el artículo 41, fracción segunda, de nuestra Constitución para reducirlo del 65 por ciento del valor diario de la unidad de medida y actualización al 32.5, así de simple.

Se ha criticado que se pretende debilitar la democracia y la pluralidad partidista. Nada má falso. Reducir a la mitad el dinero para actividades ordinarias sería regresar en términos reales a niveles de financiamiento de 2009, cuando ya existía una pluralidad partidista efectiva y elecciones libres.

Otro argumento que la oposición utiliza y que ha repetido hasta el cansancio es que se necesita una discución más profunda. Llevamos queriendo reducir el financiamiento a los partidos cerca de una década, ¿es en serio que quieren esperar más?

La propuesta que hoy discutimos no es nueva, se ha presentado 21 iniciativas con el mismo tema, tan solo en la Legislatura pasada. No hay grupo parlamentario, y en eso le concedo la razón al PAN, que no haya presentado una iniciativa en este sentido, pero el día de hoy vamos a ver quién lo dice de boca para fuera y quién lo lleva a la realidad.

Hubo tiempo, hubo tiempo en el que el quehacer político no era sinónimo de dinero, sino de llevar a las mejores mexicanas y a los mejores mexicanos a los puestos de elección. Panistas y perredistas olvidan que para hacer historia no es necesario tener miles de millones de pesos, ahí está el ejemplo del 88.

Recuerdo cómo con Maquío salíamos a las plazas públicas y después del mitin se tendía una sábana donde se le pedía a la sociedad que cooperara. El PAN en aquellos años no aceptaba el financiamiento público. Qué lejos han quedado aquellos años.

Compañeras y compañeros diputados, tenemos la gran oportunidad histórica para reivindicar la dignidad de este recinto, más importante aún, en los tiempos que corren, en los que hay tanta polarización. É Antes de iniciar con el texto, simplemente voy a hacer algunas aclaraciones para las personas que me antecedieron.

Le digo al PRI que no buscamos morenizar al país. Soy creyente y promotora de las libertades y de la democracia. Ni siquiera en campaña pedí el voto parejo. Sabemos que es bandera de todos, decía uno de los diputados que me antecedió, en el tema de bajar el dinero a los partidos políticos. La palabra es una cosa, el compromiso a través del voto es otra.

El 7 de marzo, le recuerdo a quien dice que llevamos prisa, se propuso esta iniciativa. Hace nueves meses –inclusive un bebé podría haber nacido en este tiempo–. Los listados de beneficiarios son públicos ya y están disponibles para todos. Jamás se había hecho esto y uno de los apoyos estos es universal. Cualquier persona de edad mayor, 65 o 68 años, en su caso, recibe estos beneficios. No es una cuestión política.

El apoyo privado. Parecería que decimos que, si el apoyo fuese mayor en términos privados, tendríamos una influencia de otras fuerzas oscuras en el Congreso. Como que eso no sucediera.

Se le olvida al PAN que tuvo una chapodiputada. El contrapeso es necesario y puedo decir con todas las letras que he tenido la libertad de votar como he querido en el Grupo Parlamentario de Morena sin ninguna consecuencia. Libertad que no cualquiera se toma de mis compañeros de cualquier fracción parlamentaria.

Ahora sí, inicio el posicionamiento. Hoy puede ser un día histórico para nuestra democracia. Una demanda añeja de la ciudadanía se podría materializar en esta oportunidad real de terminar con el dispendio de los partidos políticos. Esta demanda no es nueva ni tampoco surge de una cuestión espontánea ni de algo por una gran ocurrencia.

Desde hace muchos años los ciudadanos a través de grupos y de colectivos, estuvimos exigiendo una mejor democracia y reclamamos que la política dejara de ser sinónimo de enriquecimiento de unos cuantos.

Hace más de seis años, el colectivo Reforma Política Ya, acampamos afuera del Senado de la República para exigir la mejora de la democracia y entre ellas, una de estas era bajar el recurso a los partidos políticos.

El día de hoy tenemos la gran oportunidad de cumplir esta demanda, de disminuir el recurso a los partidos políticos. Esto es solamente en el tema federal, no en los estados porque es totalmente falso entonces que están diciendo que los partidos desparecerían.

Nadie niega que estos recursos son necesarios para el mantenimiento de una democracia, pero somos el país que más cuesta el voto por individuo, tampoco negamos que los partidos son indispensables para mantener la sana competencia.

Sin embargo la democracia mexicana es el resultado de un largo proceso de reformas políticas que ya muchos han explicado aquí, y que comenzó de alguna manera en 1977 con la apertura del Congreso a la oposición, de esta manera paulatinamente se fue abriendo la democracia competitiva partidista.

Así fue como durante los años de los noventa, se fundó el sistema de partidos. Uno de los paradigmas de aquella década era que, para hacer tener una verdadera democracia, bastaba con tener un sistema de partidos competitivo.

Por esta razón, justificadamente el acceso a los recursos públicos y la existencia de un piso parejo se volvió una prioridad. En ese entonces se entendió la relevancia del dinero para sostener una débil oposición mientras transitábamos a un sistema, de un sistema de partido hegemónico para que no lo olvide el PRI, a una competencia real.

Bajo esta lógica las reformas electorales continuaron, pero con el propósito de fortalecer, ya no el poder de la ciudadanía, sino la burocracia partidista, resulta que terminamos manteniendo más burocracias partidistas que poder realmente llegar a la ciudadanía.

Las reformas políticas de la década pasada solo sirvieron para enriquecer las burocracias partidistas. Repito, el presupuesto destinado a los partidos ha aumentado de manera sostenida desde el 2003, es decir, llevamos 16 años de incrementar año con año los recursos a los partidos políticos, independientemente de la realidad que tenemos en el país.

Peor aún, los privilegios a los partidos han aumentado después de las polémicas elecciones del 2006, pues en la reforma del año siguiente se les otorgaron los espacios oficiales anulando la necesidad de contar con recursos para estos fines.

En 2007, el PRI, el PAN y el PRD acordaron que dado este nuevo privilegio se disminuiría el dinero destinado a las instituciones partidistas. Sin embargo, esto no sucedió y el acuerdo fue obviado, y ahora resulta que tenemos prisa.

De aquel año a la fecha los recursos a las actividades ordinarias han aumentado en términos reales cerca del 57 por ciento, es decir, alrededor de 2 mil 100 millones de pesos. Repito, 2 mil 100 millones de pesos que podrían ser destinados a la salud, a la educación o a la infraestructura.

Las consecuencias de esta lógica son palpables. Hoy en día con la alineación de los ciudadanos a la política, mientras el dinero alimentaba a las dirigencias partidistas, aumentó el descontento de la sociedad. Antes de las elecciones del año pasado, tan solo el 6 por ciento de los mexicanos estaba satisfecho en cómo funcionaba la democracia mexicana.

Hoy los partidos políticos son las instituciones con mayor rechazo social por parte de la población. Es decir, que todos esos millones de pesos que hemos gastado no han servido para que la sociedad nos vea mejor, requerimos que esto se traduzca realmente en la vinculación con el ciudadano.

Compañeras y compañeros diputados, lo que ha debilitado a los partidos políticos no es la falta de recursos económicos, ni será si se les disminuye o no el gasto en el tema ordinario. Lo que nos ha deslegitimizado es la desconexión con la realidad de miles de mexicanos. Por esta razón, los ciudadanos el año pasado decidieron retirarles el apoyo y le dieron el apoyo a una nueva opción electoral.

La propuesta que hoy presentamos es simple: reducir el multiplicador para determinar el financiamiento público para actividades ordinarias establecido en el artículo 41, fracción II de nuestra Constitución, para reducirlo del 65 por ciento del valor diario de la Unidad de Medida y Actualización al 32.5, así de simple.

Se ha criticado que se pretende debilitar la democracia y la pluralidad partidista. Nada más falso. Reducir a la mitad el dinero para actividades ordinarias sería regresar en términos reales a niveles de financiamiento de 2009, cuando ya existía una pluralidad partidista efectiva y elecciones libres.

Otro argumento que la oposición utiliza y que ha repetido hasta el cansancio es que se necesita una discusión más profunda. Llevamos queriendo reducir el financiamiento a los partidos cerca de una década. ¿Es en serio que quieren esperar más?

La propuesta que hoy discutimos no es nueva, se han presentado 21 iniciativas con el mismo tema tan solo en la legislatura pasada. No hay grupo parlamentario, y en eso le concedo la razón al PAN, que no haya presentado una iniciativa en este sentido. Pero el día de hoy vamos a ver quién lo dice de boca para afuera y quien lo lleva a la realidad.

Hubo tiempo, hubo tiempo en el que el quehacer político no era sinónimo de dinero, sino de llevar a las mejores mexicanas y a los mejores mexicanos a los puestos de elección.

Panistas y perredistas olvidan que para hacer historia no es necesario tener miles de millones de pesos. Ahí está el ejemplo de 88. Recuerdo cómo con Maquío salíamos a las plazas públicas y después del mitin se tendía una sábana, donde se le pedía a la sociedad que cooperara. En PAN en aquellos años no aceptaba el financiamiento público. Qué lejos han quedado aquellos años.

Compañeras y compañeros diputados, tenemos la gran oportunidad histórica para reivindicar la dignidad de este recinto. Más importante aún, en los tiempos que corren en los que hay tanta polarización, este podría ser uno de los grandes temas que nos vinculan de nuevo con la sociedad.

No fallemos. No perdamos la gran oportunidad que tenemos. Estamos a punto de cerrar el periodo legislativo y llega lo que tradicionalmente los mexicanos festejamos: la Navidad. Qué mejor regalo darles a los mexicanos que los ciudadanos desde el recinto legislativo nos disminuimos el recurso de apoyo a los partidos políticos.

Definitivamente, definitivamente que creo en los milagros. Mi padre decía que los milagros sí existían, el de arriba siempre ponía su parte cuando los mexicanos nos decidimos a dar el paso.

Los invito a que hoy den el paso votando a favor de este dictamen y dejemos de ser falsos. Decía Movimiento Ciudadano: “Sí queremos”. Pero las pruebas se remiten cuando ustedes van a poner su voto y no necesariamente cuando digan queremos solamente el 100. Empiecen por el 50, queridos compañeros.

El amor a la ciudadanía se muestra con hechos. Por otro lado, decía MC que porque propuso esto Morena no lo acepta. Compañeros diputados de MC, con muchísimo gusto retiro mi nombre y el de todos mis compañeros para que sea el nombre de ustedes el que quede plasmado en este acto en beneficio de la ciudadanía.

Estar de acuerdo significa estar dispuestos a perder, a perder privilegios, y los mexicanos ya no pueden esperar. Es cuanto, señora presidenta.

 

 

LINK PARA DESCARGAR VIDEO:
https://youtu.be/LS4W_zmLq4A


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