La noche del 15 de septiembre de 2025 quedará marcada en la historia de México como una fecha sin precedente. No fue un Grito de Independencia más: fue la primera vez que una mujer, investida como Presidenta de México, encabezó este acto cargado de simbolismo. Así, frente a un Zócalo abarrotado, se selló un capítulo largamente esperado en nuestra vida democrática.
Claudia Sheinbaum Pardo, primera Presidenta del México independiente, ondeó la bandera con la misma fuerza con que tantas mujeres, a lo largo de nuestra historia, empuñaron la palabra, la inteligencia, la organización y hasta las armas, cuando fue necesario, para abrirnos paso hacia un país más justo.
Que las cadetes del Heroico Colegio Militar, todas ellas mujeres, la acompañaran, no fue un detalle menor: fue un mensaje contundente de que la igualdad no es aspiración, sino realidad viva en la República.
En esa escena se reflejó el eco de voces como las de Leona Vicario, Gertrudis Bocanegra, Josefa Ortiz y muchas más que estuvieron ahí, con la fuerza de su legado. Cada una de ellas abrió camino en su tiempo, enfrentando circunstancias adversas, pero sabiendo que la libertad no podía estar completa sin la participación plena de las mujeres.
Con la llegada de la primera Presidenta, esa lucha alcanza un culmen que no significa punto final, sino un nuevo comienzo. Y no se trata de un gesto simbólico vacío; es la confirmación de que las mujeres están en el centro mismo de las decisiones que forjan a la nación.
Sobre esta larga batalla histórica doy cuenta en mi libro México y su lucha por la paridad de género, en el que abordo cómo las mujeres han acompañado cada etapa de nuestra construcción nacional. El texto puede descargarse en forma gratuita en el siguiente enlace: https://ricardomonrealavila.com/wp-content/uploads/2024/03/Mexico-lucha-por-la-paridad.pdf
La noche del Grito no solo se escucharon las arengas tradicionales a las heroínas y los héroes de la patria. También se oyó, en la voz de la Presidenta, una arenga poderosa: que México se transforma y que en esta transformación caben todas y todos.
Millones de personas corearon al unísono, mientras la bandera ondeaba bajo el cielo iluminado por fuegos artificiales. Hubo júbilo, hubo emoción, pero, sobre todo, hubo certeza: la de estar atestiguando un momento que nuestras y nuestros hijos y nietos recordarán como un parteaguas.
Hoy podemos afirmar que México dio un paso histórico y que, con la Presidenta, la Independencia se celebra con rostro de mujer. Porque el pueblo, cuando se une y se reconoce en su grandeza, no tiene límites. Y porque el Zócalo abarrotado, testigo de esta noche única, nos recuerda que México sigue escribiendo páginas gloriosas de su historia.
X: @RicardoMonrealA