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Cumplimos

Intervención de la diputada Tatiana Clouthier Carrillo, vicecoordinadora del Grupo Parlamentario de Morena, en el foro Análisis de la Violencia por Razón De Género.

11 abril, 2019 - Prensa

DIPUTADA TATIANA CLOUTHIER CARRILLO (TCC). Buenos días, primero me da mucho gusto, diputado Agustín, que sea un hombre El que decida tratar estos temas.

Normalmente son las mujeres hablando de mujeres, las mujeres hablando sobre la problemática en que se enfrentan las mujeres y difícilmente tenemos o encontramos varones que me da mucho gusto el día de hoy tengamos aquí, aunque uno que otro enmascarado, pero me da mucho gusto, espero que serán varones, ¿no?

Me da mucho gusto que sean los hombres quien empiecen a involucrarse en este tema de qué pasa con las mujeres. ¿Por qué? Porque creo que uno de los grandes problemas que nos han llevado y que no es el tema concretamente que yo estaré tocando de la violencia contra las mujeres, tiene que ver desde la perspectiva en que yo lo veo que las soluciones no le hemos preguntado al varón ¿qué ve?, ¿cómo lo ve? y ¿cómo incluiría acciones para poder avanzar a resolverlo?

Las mujeres nos hemos sentado por muchísimo tiempo a discutir los problemas de las mujeres y creo que la historia ha dado, que lo que hemos hecho no nos ha dado resultado. Y la pregunta es ¿qué estamos haciendo diferente? o ¿qué estamos queriendo hacer diferente hoy para cambiar los número?

Hace tiempo se me acercaba una mujer a decirme que tenía una organización que trabajaba con el tema de mujeres y apoyaban a las mujeres violentadas desde diferentes ángulos para salir adelante y poder dejar la casa donde vivían con el varón, y poder enfrentarla de una mejor manera.

Y me decía que estaba alarmadísima por el poco interés que se ponía en el tema porque las cifras iban en aumento. Y me daba datos ella, de cómo, cada vez, ella recibía más mujeres en situaciones de vulnerabilidad y que el problema seguía creciendo.

Y me detengo y le digo: ¿cuántos años llevas de experiencia en este tema? Y me dijo: llevó más de diez años en este tema. Le digo y ¿sigues haciendo lo mismo que hace diez años?, no has cambiado la estrategia y los resultados van de mal en peor.

Y no es culparla a ella, sino simplemente decir qué tenemos que empezar a hacer distinto para obtener resultados diferentes. Y todo esto para decirle, diputado, que el hecho de que usted dé un paso a sentar a los varones aquí a discutir y usted como varón se interese por atender este tema que nos aqueja como sociedad, me parece fundamental.

Igualmente reconozco a los hombres que están aquí sentados y que ojalá podamos a empezar a trabajar a encontrar soluciones distintas, escuchándonos unos a otros y escuchando a los hombres y preguntarles ¿qué les molesta tanto cuando una mujer sale adelante y es su pareja? ¿Qué les está mortificando, cómo se sienten? porque no les hemos preguntado cuál es el sentir que tienen, cuando el rol éste empieza a cambiar.

Y parecería que a las mujeres nos han empoderado para salir a enfrentar la vida pública, a enfrentar la vida fuera de la casa y regresamos a la casa con esas tareas, pero no le preguntamos al hombre: ¿te cambiaron tu rol, cómo te has sentido porque te siguen enseñando o educando para lo mismo? y no hemos creado una conciencia de empezar a dialogar en este “cómo” nos sentimos.

Y creo yo esto, y voy a prejuzgar, en una frustración creo, o en una comunicación hacia dentro, es lo que va creando algo que no se puede expresar y se termina a veces expresando con la violencia, con el enojo y con otras maneras.

Y ésta es una interpretación extremadamente personal porque veo que no los dejamos que aflore lo que tiene que aflorar a través del lenguaje para encontrar soluciones comunes.

Y ahora sí, veo y me vengo a la parte educativa en donde creo que si queremos hablar realmente de voces de poder y cambiar el modelo de violencia que se ha generado en las parejas, los niños, las niñas, la sociedad hacia las mujeres tendríamos que empezar a cambiar la manera inclusive, en que cómo estamos educando a las niñas y a los niños también.

Y recuerdo hace tiempo hubo un programa muy importante en la Secretaría de Educación para crear desde el prescolar, una manera de empezarlos a educar distinto y empezar educar para la paz. Empezar a educar para la paz, empezar a encontrar maneras de reconocernos diferentes.

Y el hecho de que tu tengas el pelo chino, largo, corto; estés alta, chaparra, más anchita, más delgadita, no sea algo que te haga mejor o peor que el otro, y no tengamos porque estar empezando desde muy pequeños a iniciar con la burla, sino tengamos que empezar a respetar desde pequeños las diferencias y tengamos que aprender desde niños y niñas a usar el diálogo como la manera de encontrar una solución a las cosas que acá van presentándose.

No me prestó el juguete y pum, un manotazo para que me lo preste. No me prestó esto y pum, el jalón de pelo para que me lo preste. Y si no somos consientes de ir cambiando estas cosas desde muy pequeños, cuando nos vamos haciendo adultos se van volviendo cosas más compenetradas en nosotros y la manera de encontrar soluciones sigue siendo aparentemente la misma.

Y se nos enseña también desde pequeñas o de pequeños, como algo de, de si no somos conscientes de este asunto de propiedad o copropiedad que normalmente tomamos a que en una relación hay algo que encuentro es “mi novia”, y lo digo esto porque fui directora de una preparatoria por muchos años y lo veía en esta manera inclusive que se relacionaban las mujeres con los hombres o las jóvenes con los muchachos y empiezan a permitir mucho el dónde cruzamos la línea y ésta no es una excusa para qué luego...

Pero si en la juventud en el noviazgo empezamos a permitir lo que no deberíamos permitir y no que por eso sea apropiado a hacerlo, nos empezamos a empujar, nos empezamos a llevar de ciertas maneras en donde la agresión verbal empieza a ser cada vez más tolerada, entre unos y otros, no estoy hablando ni que de un sexo al otro, pero nos empezamos a hablar de una manera en donde no nos lleva realmente a poner límites y luego va esto creciendo hasta que llegan situaciones en donde lo veíamos y recuerdo mucho a una pareja en la institución donde el chavo golpeó a otro porque alguien había chuleado a la muchacha que a él le gustaba.

Como que esto empezaba a crear una situación de propiedad y ya propiedad a larga distancia, digo, no existe la propiedad, pero ni siquiera tenían una relación formal entre ellos.

Y otra vez es el modelo que repetimos inconscientemente y luego también los estándares que nos ponen en las telenovelas y parecería que no pasa nada, inclusive con los juegos propios que juegan los niños y los jóvenes, los videojuegos y hay algo que tenemos que tener muy claro y no caemos en esa consciencia es que está probado que la mente no distingue entre realidad y fantasía, y si la mente no distingue entre realidad y fantasía y éste es el cotidiano que vamos viendo, la mente lo va trayendo así como que fuese realmente una realidad y lo empieza a aplicar hacia afuera, pues al cabo que no pasa nada.

Y aquí lo voy a relacionar y qué bueno que está aquí gente del Poder Judicial desde diferentes vertientes porque hablamos y parecería que no tiene nada que ver con la impunidad, pero el hecho de que no pase nada cuando yo golpeo a alguien, el hecho de que no pase algo si yo la arrastro, el hecho de que yo en la calle no me pueda detener cuando estoy viendo una agresión entre un hombre y una mujer o entre alguien más fuerte con alguien más débil por lo menos físicamente hablando, empieza a hablar de una impunidad que cuando se lleva ya a los procesos propiamente jurídicos al cabo que en este país no pasa nada y se va subiendo el tono.

Pero también las mujeres se han vuelto de alguna manera, y aquí van a hablarlo las especialistas que yo no tengo ninguna especialidad ni conozco ni he profundizado en estos temas como especialista, pero he vivido en los estados de Sinaloa, en Nuevo León y en Sinaloa se puede hablar muy claramente de esto, el narcotráfico.

Las modelos, “los trofeos” les dicen allá a las mujeres, y normalmente es común encontrar que una persona que se relaciona o trabaja o se dedica, o no sé cómo le podamos decir, que se dedica, le voy a decir, al narcotráfico, normalmente trae un “trofeo” a su lado y el trofeo es una “vieja”, como dicen ellos, bien buena.

Y esta “vieja” muy buena se vuelve producto de su propiedad y en el momento que ya no la quiere porque ya se tiene otra, ese producto de su propiedad no puede ni siquiera acercársele alguien más al alrededor, aunque ya no sea la primera en la fila, ya no se puede acercar nadie a ella, ¿por qué? porque entonces viene esta parte de violencia y ya la violencia no se da solamente con la persona que se le acerca, pero normalmente las desaparecen o algo les pasa extrañamente por el solo hecho de haberse atrevido a romper lo que no está escrito, lo que no es real, pero simplemente el otro creyó que era de su propiedad porque le dio cosas.

Y esta cultura en cada estado o en cada grupo se permea de diferentes maneras. Ayer aprobábamos aquí el tema de los delitos sexuales en, voy a poner, no le quiero poner turismo porque no me gusta esa palabra, pero los abusos que se dan con gente que va de viaje a playas y utiliza a menores para cuestiones sexuales en términos de negocio.

Y tiene que ver con esto, con la trata que se va dando desde muy pequeños que ya no rompe barreras de edades, sino ya se empieza desde la edad que sea por esta cuestión que yo creo que habríamos que entrar también ya en estos nuevos temas con sociólogos y antropólogos a entender qué estamos viviendo como sociedad dentro del hombre, hablo que hombres y mujeres, del ser humano, para decir qué pasa dentro de nosotros que cada vez somos más inmunes a estas muertes, a esta violencia y que cada vez parecería que subimos el tono para sentir placer, para sentir que algo nos mueve o sentir adrenalina para sentirnos emocionados.

Y creo que aquí me regreso al tema que me correspondía y hablaba de voces de poder, y la pregunta es: ¿el poder para qué? Si el poder no sirve para hacer un bien mayor a una comunidad; si el poder nos sirve para acabar con las inequidades; si el poder no se pone al servicio para acabar con las injusticias y aplicar realmente la ley a partir de la justicia y no la ley solamente para que sea la ley, difícilmente vale la pena que el poder se tenga, porque ejercerlo a lo contrario, a lo que dice que el poder debe de ser, creo que estamos cayendo en algo que no es para lo que queremos poder llegar al poder.

Entonces, dejo varias reflexiones en la mesa, que me gustaría que las expertas hablen de ello, porque, repito, yo no soy experta en estos temas.

¿Dónde hemos dejado a los hombres, que no los hemos puesto en la mesa de la discusión para encontrar soluciones?

Hay momentos de empezar a cuestionarnos lo que hemos hechos hasta el día de hoy, porque realmente no ha funcionado.

Seguimos teniendo –y ahorita me compartía alguien al lado de la mesa- que los delitos contra las mujeres siguen sucediendo. Y suceden a pasos más acelerados.

Es decir, ¿qué hacemos? Y otra vez queremos aventar todo hacia arriba, qué pasa con el Gobierno federal que no hace lo que debiese hacer. Y se nos olvida que tenemos que empezar, inclusive voy a hablarlo desde la cuadra, desde el trabajo, cómo vamos permitiendo, como compañeras y compañeros, violencia menor –y digo menor porque no debería haber violencia menor, pero la voy a poner- como cosas pequeñas que empiezan a escalar-, y me encanta porque ya hay una medición que se tiene y te va diciendo cómo ser consciente que ya la violencia va llegando a otros grados.

Creo que desde el trabajo, desde la escuela y desde todos los espacios públicos, debemos empezar a enseñarnos a parar y a decir cuándo el punto se vuelve, y no digo intolerable, sino ya esa raya no debe cruzarse, porque estaríamos entrando ya en una situación de violencia.

El que se atreve en lo pequeño, se va a atrever en lo grande; si yo permito lo pequeño, voy a permitir inconscientemente lo grande, porque empiezan a degradar y empiezan a mermar la autoestima de cada una de las mujeres. Y entonces llega un momento, que para menos cuando se dio cuenta ya había perdido ese poder en sí misma para, inclusive, poder animarse a denunciar.

Dejo ahí las cosas, porque más que qué compartirles, traigo preguntas que me gustaría nos lleváramos para reflexionarlas cotidianamente y sobre todo una tarea; una tarea es: ¿Qué hago yo en el espacio donde me encuentro para aminorar, para trabajar en construcción de paz y no en construcción de violencia?, ¿qué acciones tomo cotidianamente que no suman a la paz y que llevan a mayor violencia?, ¿qué acciones he dejado de tomar, o que me he hecho la ciega o el ciego, para decir: a mí o me incumbe?

Y no me incumbe hasta que me toca frente a mi puerta. Y lo digo porque en Sinaloa, me vuelvo a referir allá, hace más de 35 años habían aumentado las violaciones a las mujeres, y un procurador dijo que no eran violaciones, que eran apareos prematuros, y nadie, nadie se inmutó.

Y de repente violaron a la nuera de un alcalde en funciones en ese momento y una persona económicamente de mucho dinero. Y fue la primera violación públicamente reconocida por ese procurador. Y una madre escribió una nota y decía la señora, se movilizaron y hablaron de ir a una marcha para parar las violaciones, y una mujer, desde un rincón de un periódico escribió y dijo: hace tres años violaron a mi hija y yo no tuve el dinero para llamar a una marcha y a una protesta y poder hacer que las autoridades me voltearan a ver. Si ustedes hace tres años me hubieran hecho caso, hoy no estaríamos aconteciendo a este acto.

Entonces yo lo dejo así. No podemos seguir inmunes ante el dolor, ante cada una de las muertas, desaparecidas, ante cada uno de los gritos que se oyen, y que hacen eco, ya no digo en los oídos, sino en el corazón de muchas familias, porque una mujer ha desaparecido por trata, ha desaparecido por violencia o ha desaparecido, no sabemos por qué motivo.

Muchísimas gracias.

 

LINK PARA DESCARGAR VIDEO:

https://youtu.be/DiSqHrtER8o


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