DIPUTADO RUBÉN TERÁN ÁGUILA (RTA). Diputado presidente Porfirio Muñoz Ledo, con su permiso. Compañeras y compañeros legisladores, decía Octavio Paz que es legítimo presentar a la historia de México como una sucesión de rupturas, pero también de uniones. Y en ese sentido el tema que nos convoca, la sesión solemne en la que estamos, conlleva a un análisis que se ha vertido en esta tribuna desde diferentes puntos de vista.

Del mío iniciaría diciendo que llegaron a estas tierras y que intentaron borrar nuestra identidad y nuestro origen. Que tiraron nuestras pirámides y construyeron sobre ellas sus iglesias. Que nos quitaron a nuestros dioses y nos los cambiaron por uno de yeso. Nos cambiaron las lenguas originales por las lenguas de Castilla.

Es preciso mencionar que este encuentro fue violento entre pueblos indígenas mesoamericanos y españoles. No es cosa menor, compañeras y compañeros, tener en México el primer ayuntamiento de Latinoamérica. Y es digno reconocer la importancia de Veracruz, como también la de Tabasco, que se ha dicho en esta tribuna.

Sin embargo, nos quedaríamos muy cortos al reducir una conmemoración que le dio a Cortés una distinción ante el rey de España. No estamos conmemorando tampoco la conquista o su inicio, sino el hecho histórico que marcó para siempre el inicio de la hispanidad y de nuestro federalismo. El color de nuestra piel, el de los ojos, nuestros rasgos, nuestra cultura son producto del choque de dos mundos.

Y quiero tomarme un minuto desde esta tribuna para hacer un paréntesis que considero importante. Hace un momento escuchaba a un compañero diputado decir que los tlaxcaltecas fuimos los traidores.

A la manera de la Guerra del Peloponeso, a la manera de los tratados de guerra, quiero puntualizar desde esta tribuna, por qué los tlaxcaltecas no podemos ser reconocidos ni deberíamos serlo como traidores. Número uno, se les traiciona a los amigos, no a los enemigos. Número dos, compañeras y compañeros, no podemos decir que los tlaxcaltecas traicionaron al pueblo o al país de México porque no existía como tal un territorio determinado, y en las leyes de la guerra, el enemigo de enemigo puede ser mi aliado.

Nosotros los tlaxcaltecas peleamos antes de recibirlos con los brazos abiertos. En Tlaxcala, en un municipio que se llama Tzompantepec, allí, allí sucedió lo que León Portilla mencionó como la desmitificación de los Dioses; muere el primer caballo y les demostramos que no son Dioses, lo demás para quienes conocen un poco de historia, ustedes lo saben.

No podemos negar nuestro origen, pero tampoco nuestra fusión. No podemos negar el daño que nos hicieron, pero tampoco los beneficios. No podemos flagelarnos por el pasado porque tenemos un presente y un futuro por el cual tenemos que trabajar. El país que tenemos y el que podemos heredar a las futuras generaciones es nuestra responsabilidad y debemos ocuparnos.

A 500 años quisiera concluir diciendo algo que nos hace grandes y nos hace diferentes como nación, lo dijo Carlos Fuentes, en su libro Los cinco soles de México, Muchos países tienen un comienzo, México en cambio tiene un origen. Es cuanto.

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