DIPUTADA LAURA PATRICIA AVALOS MAGAÑA (LPAM). Buenos días a todas mis compañeras y compañeros legisladores, pues antes que nada me congratulo de este encuentro interparlamentario.

Yo creo que las ponencias y los intercambios de ideas en estas dos jornadas han sido muy fructíferos para todos.

Es evidente que tenemos problemas similares y pues podemos encontrar soluciones de uno y otro país que nos permitan ver nuevos ángulos y pensar en alternativas nuevas también.

La inteligencia colectiva será siempre la mejor opción para afrontar los desafíos que se nos presenten.

Quiero compartir con ustedes algunas de las reflexiones y propuestas sobre los problemas que enfrentamos las mujeres en México.

Al igual que otros temas de la agenda legislativa, el del género presenta una situación paradójica. Se trata, que no quepa duda, de un campo que falta mucho, muchísimo por hacer en términos legislativos, pero en el que al mismo tiempo, derivado de la atención y los intensos trabajos que se desarrollaron en la última década, se cuenta ya con un marco jurídico considerable.

Sin embargo, aquí podríamos hacernos una pregunta, porque entonces seguimos sin resolver problemas tan terribles y que afectan de manera particular a las mujeres, como el feminicidio, como la trata, como la violencia política, como la desigualdad económica.

Las respuestas son múltiples porque los factores son diversos. Sin embargo, quizá uno de los problemas de fondo que tiene que ver con la manera en que abordamos y conceptualizamos estos problemas, y por ello se hace indispensable partir de nuevos registros teóricos y analíticos.

De manera personal, sugiero entonces explorar la idea del derecho a la ciudad, propuesto por el geógrafo Henri Lefebvre para repensar el tema de género sobre una perspectiva situada, transversal e interseccional.

El derecho a la ciudad es la posibilidad de poder disfrutar de los espacios públicos en toda circunstancia, en igualdad de condiciones y sin tener que pedirlo como una dádiva o como un favor.

Pero además, como lo observaba Lefebvre, la ciudad es más allá de su dimensión física, un espacio político, de organización y decisión, desde el que se define el presente y se construye el futuro. De ahí también la importancia de democratizar y defender el derecho a la ciudad de todas y todas.

Ahora bien, este derecho a la ciudad le es a menudo negado a muchas minorías, por lo demás curiosa, la categoría lo que hace es minorizar. Es decir, no describir sino performar, inventar lo que no somos las mujeres, puesto que constituimos más del 50 por ciento de la población.

Pensemos, por ejemplo, en las zonas en las que las mujeres ya no podemos circular por falta de seguridad, en la vertiginosa pérdida de espacios públicos y la degradación del tejido comunitario que esto genera o en los procesos de gentrificación o desempleo que afectan de forma singular a las mujeres, entre otros muchos fenómenos.

Pensemos ahora como se agravan estas situaciones en el caso de las mujeres indígenas y/o con discapacidad. Las violencias se acrecientan y las desigualdades se acumulan.

Si bien es cierto, que a instancias de la UNO la cuestión de la interseccionalidad y el análisis transversal y situado, son aspectos que empiezan a considerarse un poco más en la reflexión y la técnica legislativa, pero aún estamos lejos de que sea algo sistemático.

Por ello es importante atender planteamientos como el que se hizo en el marco de la nueva Agenda Urbana establecida durante la Cumbre Hábitat III, en Quito en 2016, en el que se insistió en el derecho a la ciudad y en la necesidad de abordarlo, no sólo desde una perspectiva de género, sino también tomando en cuenta la acumulación de las situaciones de vulnerabilidad que en la que nuestras sociedades y particularmente el sistema económico neoliberal nos coloca.

Se trata de un cambio de paradigma, que nos permite ver y atender de manera específica los efectos de desigualdad y la violencia contra de las mujeres, pero también atacar sus causas profundas nos permite dejar de confundir el síntoma con la enfermedad, la causa con la consecuencia.

En este sentido es importante mencionar que en México en la LXIV Legislatura estamos trabajando en ese proceso, en ese cambio de paradigma. Se están atacando ya no solo las expresiones de violencia y la desigualdad que padecemos las mujeres en el día a día, sino también las causas estructurales de esos fenómenos.

Lo anterior es patente, por ejemplo, en los trabajos y las iniciativas impulsadas por la Comisión de Igualdad de Género de esta Cámara de Diputados, que acertadamente preside la diputada Wendy Briceño.

Por primera vez en la historia el principio de paridad es efectivo en la integración del gabinete federal y de la actual legislatura, y pronto lo será en todos los órganos y niveles de gobierno del país.

Se han mejorado los instrumentos jurídicos que permiten una atención expedita y efectiva en casos de violencia de género, se ha recuperado la rectoría del Estado sobre las instancias que procuran la seguridad de las mujeres y se han establecido mecanismo de transparencia y progresividad para dicho sector, mediante el plan emergente para garantizar la integridad, la seguridad y la vida de las mujeres y niñas en México.

Queda mucho por hacer, pero lo hecho hasta ahora permitirá que poco a poco se generen cambios sustantivos que el país necesita.

Ahora bien, dicho lo anterior creo también que además de mejorar nuestros respectivos instrumentos jurídicos nacionales para que se nos garantice el derecho a la ciudad, como lo mencionaba anteriormente, deberíamos revisar la posibilidad de retomar iniciativas que nos ayuden a apuntalar el tema y asegurar el cumplimiento de los derechos humanos de todas y todos.

Tal como la iniciativa de la ONU de crear de crear observatorios legislativos nacionales e internacionales de vigilancia y seguimiento de esta parte de la Agenda de Hábitat III, se trataría de crear una herramienta que sirva para aglutinar y discutir la información, iniciativas, mejores prácticas, pero también para exhortar y hacer recomendaciones a organismos públicos y a la iniciativa privada, respecto de su responsabilidad en el proceso de capacitación y diseño de políticas y programas que favorezcan el acceso al multicitado derecho.

En fin, creo que todo esfuerzo por ampliar y consolidar el derecho a la ciudad debe ser decididamente apoyado, para evitar que las ciudades se sigan convirtiendo, como decía Eduardo Galeano, en desiertos llenos de gente, donde la violencia y la desigualdad contra las mujeres se reproduce sin freno.

Enhorabuena por este importante evento y ojalá que los resultados redunden en resultados para nuestras respectivas sociedades.

Es cuanto, gracias.

LINK PARA DESCARGAR VIDEO:

https://youtu.be/q5diutKweeo