DIPUTADO RUBÉN CAYETANO GARCÍA (RCG). Con su venia, presidenta Sauri. En las convicciones democráticas y de congruencia con esta Cámara de Diputados cobra relevancia hoy la figura histórica del ilustre jurista guerrerense Eduardo Neri Reynoso, origen que solo uno de los oradores que antecedió a la palabra mencionó.

Neri tuvo la oportunidad de conocer a Madero en Xalapa, donde culminó sus estudios de abogado y de inmediato simpatizó con los ideales democráticos de Madero. Eduardo Neri no quería ser político, regresó a Chilpancingo, Guerrero, para abrir su bufete y despachar casos judiciales, que se ventilaban en los tribunales guerrerenses.

Pero, el 13 de junio de 1911, a petición del ayuntamiento de Iguala, dio un discurso de bienvenida a Madero en campaña, como candidato a presidente de la República, con una vigorosa pieza oratoria, con su característica, verticalidad y valentía, le dijo al apóstol que mientras siguiera fiel a la causa de la libertad y la democracia, contaría con el apoyo de los guerrerenses. Pero, si daba sus espaldas al pueblo, las armas de los revolucionarios del sur defenderían contra él, los firmes ideales que los inspiraban. Madero, sinceramente emocionado, lo abrazó entre la multitud y prometió ser siempre fiel a sus principios.

Amigas y amigos le propusieron al candidato que aceptara Eduardo Neri la candidatura a diputado federal, que declinó en un principio, pero enterado Luis Cabrera lo exhortó a aceptar. Neri no asumió la diputación en primera instancia, pero su suplente, Bonifacio Rodríguez, fue asimilado pronto por los diputados reaccionarios y de ahí, una vez más Luis Cabrera lo exhortó, cuando un movimiento subversivo amenazaba a Madero.

Finalmente, Eduardo Neri aceptó y asumió la diputación. Una vez en el Senado, en la Cámara, a la par de otro legislador chiapaneco, Belisario Domínguez, que era impedido para expresarse en tribuna en contra de Victoriano Huerta, Belisario distribuía sus posicionamientos escritos entre la población.

Un poco tiempo después se supo de la desaparición del senador Domínguez. Fue entonces, cuando ya diputado federal el licenciado Eduardo Neri, justamente indignado, pronunció un discurso que puede calificarse como el principio del fin de Victoriano Huerta. Con esa valerosa arenga, el diputado Neri dijo que no parecían hombres los que seguramente habían asesinado al senador Belisario Domínguez, sino chacales, pues no contentos con quitarle la vida, devoraron sus restos. De ahí que en adelante al dictador Victoriano Huerta se le llamó Chacal.

Por lo expuesto, en memoria de este ilustre guerrerense, es de perfecta congruencia que se otorgue la presea en su nombre a las mujeres y hombres profesionales de la salud, enfermeras y enfermeros y personal de apoyo que laboran para atender a las personas que han padecido Covid, a costa de su propia vida. Es cuanto, presidenta. Muchas gracias.

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https://youtu.be/-uV1uL33XaU