DIPUTADO DAVID BAUTISTA RIVERA (DBR). Con su venia, presidente; compañeras y compañeros legisladores, muy buenas tardes.

En México, el poder político se divide en tres partes: Poder Ejecutivo, que recae en el Presidente de la República; el Poder Judicial, que está integrado por la Suprema Corte de Justicia de la Nación, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, el Consejo de la Judicatura Federal, los juzgados de distrito, los tribunales colegiados de circuito y los tribunales unitarios de circuito; y, por último, el Poder Legislativo, dividido en dos: la Cámara Alta, con 128 senadores, y la Cámara de Baja, con 500 diputados.

Estos últimos somos elegidos democráticamente para un periodo de 3 años, de los cuales, 300 serán electos por mayoría simple en cada uno de los distritos electorales en que se divide el país; y los otros 200 mediante el principio de representación proporcional al ser votados en cada una de las cinco circunscripciones electorales que integran al país.

Con ese sistema, se busca que la población quede política y democráticamente bien representada en la Cámara Baja, ya que se elige un diputado directamente por mayoría y se ingresa una proporción más con base a la cantidad de votos que reciben los partidos políticos.

Sin embargo, este sistema se ve afectado por un fenómeno muy recurrente que es el cambio de diputados entre grupos parlamentarios, el cual ha captado la atención y la preocupación de la ciudadanía, recientemente.

Este fenómeno se conoce formalmente como “transfuguismo parlamentario”; y es a lo que popularmente llamamos “chapulineo”. Consiste en que, quien había ganado en el cargo de legislador o legisladora por medio de la postulación de un partido, se cambia al grupo parlamentario de un partido distinto, obedeciendo intereses personales y no a la ideología política del partido, bajo el argumento de garantizar el propio ejercicio del derecho político, contradiciendo, en muchos casos, el encargo de la ciudadanía que otorgó mediante su voto y ocasionando graves perjuicios que se traducen en desacreditación y desconfianza de los ciudadanos y en los representantes del pueblo.Por ello, la excusa de libertad de afiliación no es suficiente para justificar el transfuguismo parlamentario, porque los diputados llegaron al curul representando a un partido político, la ideología y corriente política del mismo, especialmente tratándose de los legisladores plurinominales; por esto, el “chapulineo congresista” contraviene la voluntad del pueblo y su voto, pues precisamente, los diputados fueron votados por considerarlos representantes de ese cúmulo de ideas.

Es por estos motivos que he expuesto y que he presentado la iniciativa con proyecto de decreto por el que se reforma el artículo 6 del Reglamento de la Cámara de Diputados adicionando dos párrafos a la fracción XII de dicho artículo, quedando de la siguiente manera:

Artículo 6: Serán derechos de las diputadas y de los diputados ….

Fracción XII, formar parte de un Grupo Parlamentario o separarse de él de acuerdo a sus ordenamientos,

Y (inaudible) en la iniciativa:

Las y los diputados deberán permanecer en el grupo parlamentario adscritos durante 90 días antes de renunciar al mismo o solicitar un cambio. Además, las y los diputados que cambien de grupo parlamentario permanecerán, durante 30 días, como diputados independientes para después integrar el grupo parlamentario de su elección.

(Inaudible) si México quiere transitar hacia una verdadera democracia y no simulaciones, las reformas legales que impidan el brincoteo sin rendición de cuentas son imperativas e inaplazables.

Por su atención, (inaudible) muchas gracias.

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