DIPUTADA CECILIA MÁRQUEZ ALKADEF CORTES (CMAC). Con el permiso de la presidencia.

Libro y lectura están ligados indisolublemente. Leer es un acto liberador, un nivelador social. Sin acceso a los libros la Ilustración no habría llegado a la Nueva España, Hidalgo no habría dado y Grito de Dolores, Juárez no hubiera llegado a ser jurista que nos legó el liberalismo, Madero no habría luchado por tener elecciones democráticas, el general Lázaro Cárdenas no habría impulsado el desarrollo mexicano, y hoy no estaríamos buscando en México esa democracia real y auténtica.

El libro libera, por ello no hay acto más liberal que ponerlo al alcance de todas las personas.

Los libros fueron por mucho tiempo un privilegio de las elites. Las bibliotecas eran parte distintiva de la posición social.

Si bien la primera biblioteca pública se fundó en 1646, en Puebla, por el obispo español Juan de Palafox y Mendoza, él heredó su biblioteca personal de 5 mil volúmenes para que fuera consultada por cualquier persona, no sólo por los eclesiásticos.

Es hasta la fundación de la SEP, en 1921, que existe ahora un afán nacional por llevar el libro a los espacios más recónditos de este país.

Los libros guardan los elementos más valiosos de la cultura de cada pueblo, sirven para la formación, para el desarrollo de las personas desde muy temprana edad.

Hoy, en el Fondo, como le decimos cariñosamente los amigos, el viaje de la editorial ha alcanzado otros océanos.

Bajo la dirección de mi querido Paco Ignacio Taibo II, se ha emprendido una vigorosa campaña de formación de acceso del libro a bajo costo, y si bien el tino y la sensibilidad de puntualizar que la brecha digital lo es en la lectura, leer un libro impreso no tiene superación. Ahora vamos por 10 mil obra en formato electrónico.

Ojalá este es el principal vehículo para llevar la cultura a todos los mexicanos, a todo el mundo.

La fiesta del libro también es de agradecimiento. Gracias al libro aprendí con Rulfo que necesitamos más Lucas Lucanos y menos Anacletos Morones; con Arriola, que los pueblos siguen guardando el color de hace siglos y también siguen luchando contra las injusticias; con Cosío Villegas, que los intelectuales deben de estar al servicio de la sociedad, no de los bolsillos; con Rosario Castellanos, que hay más dulzura en palabras de amor que en la miel de las abejas; con Carlos Pellicer, que es más hermano todo aquel que ama a México y que es mexicano sin importar donde haya nacido; con esta Elenita Poniatowska, mi adorada Elena, que detrás de una sonrisa eterna no sólo hay alegrías, pero siempre hay aplomo y ganas y entereza.

Que este Día Nacional del Libro sea propicio para que todos, desde nuestras trincheras, luchemos por el acceso universal de los libros, porque la cultura transforma la vida pública, porque el libro es el mejor aliado contra la ignora, el clasismo, la discriminación, la injusticia y las demás tareas que los viejos modelos han impulsado.

Vamos por un buen camino. Mantengamos el paso. Al igual que un periodista, Ricardo Flores Magón, hagamos del libro la lanza liberadora de nuestros pueblos. Es cuanto, señor presidente.