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Redes sociales y salud mental: un reto para las juventudes

En la actualidad, hablar de juventudes es hablar también de redes sociales. Estas plataformas digitales forman parte inseparable de la vida cotidiana de millones de adolescentes en México y en el mundo. Han transformado la manera en que se comunican, se relacionan y construyen su identidad. Sin embargo, junto con los beneficios que ofrecen, también se convirtieron en un factor de riesgo para la salud mental de quienes aún están en una etapa de formación emocional y psicológica.

No podemos ignorar que el uso excesivo de las redes sociales está vinculado con síntomas de ansiedad, depresión, baja autoestima y dificultades para conciliar el sueño. Estudios recientes muestran que la constante exposición a imágenes “perfectas” de vidas aparentemente inalcanzables genera en las y los adolescentes sentimientos de frustración y comparación negativa. Este fenómeno, conocido como comparación social, se acentúa porque en las redes la mayoría de las personas comparte solo lo mejor de sí mismas, ocultando sus momentos de debilidad o fracaso.

Como sociedad, debemos comprender que las y los adolescentes aún están en un proceso de construcción de identidad. La validación que buscan en los “me gusta”, en los comentarios y en el número de seguidores puede convertirse en una fuente de presión insoportable. Y lo que debería ser un espacio de conexión se transforma en un escenario de competencia constante.

Otro aspecto preocupante es el ciberacoso. Las redes sociales amplifican el alcance del bullying, que antes se limitaba a la escuela o al vecindario. Hoy, un comentario ofensivo o una burla pueden circular sin límites, dejando huellas profundas en la autoestima de las personas jóvenes. El anonimato en internet facilita este tipo de violencia, y muchas veces las víctimas se sienten atrapadas y no encuentran apoyo inmediato en su entorno.

No se trata de demonizar las redes sociales. Estas plataformas también representan oportunidades valiosas: acceso a información, posibilidades de expresión, organización comunitaria e incluso emprendimiento digital. La clave está en cómo las utilizamos y, sobre todo, en cómo orientamos a las y los adolescentes para usarlas de manera responsable y equilibrada.

Es urgente abrir espacios de diálogo entre especialistas en salud mental, personas educadoras, familias y autoridades. Necesitamos diseñar estrategias que permitan a las y los adolescentes disfrutar de las ventajas de las redes sociales sin quedar atrapados en sus riesgos. Esto incluye regular ciertos contenidos dañinos, establecer protocolos claros contra el ciberacoso y capacitar al magisterio para detectar señales de alerta en sus estudiantes.

El bienestar de nuestras juventudes no puede quedar subordinado a los algoritmos de las grandes corporaciones tecnológicas. Tenemos el deber, como sociedad, de garantizar que las herramientas digitales estén al servicio del desarrollo humano y que no se conviertan en una amenaza para él.

La salud mental de las y los adolescentes debe ser una prioridad nacional. Si no atendemos hoy este desafío, mañana enfrentaremos generaciones más frágiles, con mayores dificultades para integrarse plenamente a la vida social y productiva. Por el contrario, si actuamos con responsabilidad y visión de futuro, lograremos que las redes sociales sean una plataforma de oportunidades, creatividad y aprendizaje, en lugar de un factor de sufrimiento.

El reto es grande, pero también lo es nuestra obligación. Porque cuidar la mente de nuestras juventudes es cuidar el futuro de México.

ricardomonreala@yahoo.com.mx

X: @RicardoMonrealA

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