En el marco del Día Internacional de los Derechos Humanos presentamos la iniciativa para el reconocimiento constitucional del Derecho al Cuidado Digno y el Derecho al Tiempo Propio, en coordinación con organizaciones de la sociedad civil, académicas y expertas en el tema, tales como Las Constituyentes CDMX Feministas, la Red de Cuidados en México, Incide Social AC y la Fundación Friedrich Ebert en México, así como de destacadas feministas y defensoras de Derechos Humanos como la Lic. Amalia García Medina y la Lic. Clara Jusidman.

La presentamos como un tema urgente e inaplazable, porque el reconocimiento del Derecho Humano al Tiempo Propio y al Cuidado Digno es un asunto de justicia social, es un asunto de corresponsabilidad por tratarse de un problema estructural en materia de desigualdad.

Hablar del derecho al tiempo y al cuidado es hablar de redistribución de riqueza, es plantearnos una reconfiguración de las dinámicas y relaciones sociales, económicas y políticas, tanto en el ámbito público como en el privado. Es cambiar el modelo económico que invisibiliza a más del 53% de las mujeres, quienes con sus labores del hogar contribuyen con el 23.5% del PIB

Esta iniciativa plantea el reconocimiento jurídico y político de que toda persona tiene derecho a ser cuidada de manera digna, asumiendo que todas las personas somos sujetas de cuidados y requerimos contar con condiciones generadas por un conjunto de acciones, recursos e infraestructura por parte del estado, del mercado, de la comunidad y de las familias, que garanticen de manera plena el desarrollo integral de todas las personas, desterrando la ecuación patriarcal que ha condenado históricamente a las mujeres como las únicas o principales responsables de las tareas de cuidados.

La desigualdad del reparto del trabajo de cuidados genera desigualdades en el acceso y ejercicio de los derechos de las mujeres, como son la educación, la participación en el mercado de trabajo, participación en la vida pública y en la política; el acceso a recursos monetarios (por ende a la autonomía económica), a servicios de seguridad social como salud, vivienda, ahorro para el retiro, pensiones entre otros.

Hablar de trabajo no remunerado es hablar del trabajo de cuidados, es colocar en la esfera pública el costo-beneficio de todas estas actividades esenciales para el sostenimiento de la vida y el bienestar de las personas. Es situar un asunto que se consideraba privado en el espacio público para politizarlo como un asunto de derechos.

La importancia de colocar a los cuidados no sólo como un trabajo sino en su máxima expresión como un Derecho permite distinguir y nombrar las desigualdades de género y de Derechos Humanos; es también visibilizar y reconocer todas las actividades que han sido naturalizadas en lo femenino para nombrarlas una labor esencial para la economía, la política y el desarrollo de cada país; es desfeminizarlo, es llamar a la corresponsabilidad.

Para comprender la importancia de la legislación en materia del derecho al cuidado digno, es indispensable visibilizar al tiempo y su uso diferenciado e inequitativo en las dinámicas laborales, familiares y en las tareas de cuidados, el cual ha sido marcado por estereotipos patriarcales que reflejan las desigualdades en función de sexo y género.

Por tal motivo la distribución y configuración del uso del tiempo no son ajenas a las desigualdades sociales, culturales, económicas y políticas entre hombres y mujeres por razones de género, lo que necesariamente implica la intervención y corresponsabilidad del Estado, el mercado, la comunidad y las familias para equilibrar y redistribuir el uso equitativo del tiempo, así como generar esquemas que permitan el reconocimiento de este recurso como un derecho humano, el derecho al tiempo propio, que cada vez se ve más amenazado y comprometido ante dinámicas económicas basadas en la precarización de la vida de las personas, las tareas de cuidados y el trabajo no remunerado, los contextos de inseguridad y violencia, así como la ausencia de una mirada policéntrica garante de la accesibilidad a derechos y servicios.

Es inminente e inaplazable la necesidad de desarrollar políticas públicas que coloquen en el centro a las personas y por ende a los derechos humanos antes que a la jerarquización económica, donde el uso del tiempo se mide en la productividad y no en la calidad y condición de vida de las personas. El acceso a la seguridad social y otros derechos laborales deben ser reconocidos no sólo para las mujeres en un trabajo formal, sino para aquellas que se mantienen en la economía informal, así como para las labores del hogar.

Requerimos un marco jurídico que reconozca nuestro derecho humano al tiempo propio y al cuidado digno, una constitución que garantice la obligatoriedad del Estado en su corresponsabilidad y cumplimiento, requerimos un marco jurídico que se vea fortalecido por un presupuesto digno y políticas públicas que nos permitan acceder a estos derechos.

Requerimos de una política integral de cuidados, que involucre a la ciudadanía, al mercado, a la comunidad y a las familias, así como a las instituciones del Estado en todos los órganos y niveles de gobierno desde una perspectiva de género y desde un enfoque de DDHH, y el primer paso para ello y el más firme es el reconocimiento del derecho humano al cuidado digno y al tiempo propio en el artículo 4º de la Constitución Política de la los Estados Unidos Mexicanos, adicionando el párrafo 14 y 15 quedando de la siguiente manera:

Toda persona tiene derecho al cuidado digno, el Estado garantizará este derecho y la ley establecerá los instrumentos y recursos necesarios para su cumplimiento.

Toda persona tiene derecho al tiempo propio, el Estado garantizará este derecho y la ley establecerá los instrumentos y recursos necesarios para su cumplimiento.

¡Despatriacalicemos los cuidados y Apropiemonos de nuestro tiempo como un derecho!